4º Encuentro Distrital – 1º Encuentro
internacional sobre formación docente
¿Son
posibles otras maneras de formar-nos docentes?
Bogotá D.C. 4-5 de junio de 2013
Organización de Estados Iberoamericanos – OEI
Universidad Javeriana
Universidad de los Andes
Instituto par la investigación y el desarrollo
pedagógico -IDEP
Secretaría de Educación Distrital
Gobernación de Cundinamarca
Ministerio de Educación Nacional
ACERCA DE LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN DE MAESTROS
Alejandro Alvarez Gallego
Profesor Universidad Pedagógica Nacional
Asesor “El puente está quebrado”- OEI
1.- Si la identidad en la
formación de maestros la asumimos como un deber ser, estamos en problemas, pues
cada vez es más difícil llegar a un consenso social acerca de lo que debe ser
un maestro. Toda identidad, por lo demás, es histórica, está sujeta a lo que en
cada momento la sociedad produce, por supuesto siempre en medio de tensiones,
fisuras y contradicciones. Es decir, nunca, si hacemos cualquier corte
histórico, se podría encontrar un consenso al respecto.
2.- El problema es pues creer en
la identidad como un deber ser y como un consenso, no en las contradicciones y
las ambivalencias que esto supone. Lo que podemos discutir para abordar la
pregunta por la identidad en la formación de maestros es acerca de las
tensiones en las que se debate tal identidad, propias de nuestro momento. Es
más, ése sería el tema más apropiado para trabajar el problema de la identidad
en un programa de formación de maestros.
3.- Analizar las tensiones en las
que se debate la identidad de una profesión como la del maestro pasa por lo
menos por tres vectores de fuerza: en primer lugar el del saber que lo
IDENTIFICA, en segundo lugar el ámbito de acción en el que se configura tal
identidad, y en tercer lugar las relaciones en las que se subjetiva, es decir,
deviene en un sujeto social IDENTIFICADO.
4. Sobre el saber que lo
identifica
4.1.- Sería importante
revitalizar la discusión que recientemente era tan fecunda acerca de lo que
podía o no significar la pedagogía como saber fundante de la profesión. La
debilidad actual de estas reflexiones nos ha dejado en manos de los tecnócratas
que imponen sus verdades con base en criterios eficientistas y efectistas,
buscando resultados que no admiten discusión, según ellos. Es lo que ha pasado
con quienes redujeron el debate pedagógico a un asunto de estándares y
competencias evaluados en pruebas censales.
4.2.- Revitalizar la discusión
significa tomarse en serio la pregunta por lo que hay que saber hoy, cómo puede
accederse a ello y sobre todo cómo incidir en los procesos de legitimación y
deslegitimación de lo que se considera verdad o no. Dado que este proceso de
legitimización y deslegitimización de las verdades ya no pasa fundamentalmente
por lo que se considera científico o no, entonces la pedagogía tiene que
ocuparse de asuntos que definitivamente desbordan el problema de los métodos de
enseñanza. En otro lugar habíamos hablado de la pedagogía en la condición
posmoderna; este no es un asunto de simpatizar o no con un enfoque filosófico,
me refiero a la condición posmoderna como un momento de reconfiguración de
tantas epistemologías impotentes en esta sociedad del conocimiento
(posfordista).
4.3.- ¿Cómo puede IDENTIFICARSE
hoy el maestro con un saber como la pedagogía justo cuando ella ya no puede
referirse a un saber enseñar? - si es cierto que lo que hay que enseñar está
deslegitimado, en tanto conjunto de verdades delimitadas por fronteras
epistemológicas claramente demarcadas-.
4.4.- La pedagogía entonces
quedaría liberada hoy de la dictadura del método, para desplazarse a terrenos
más fecundos, aunque peligrosamente movedizos, donde tiene que vérselas con los
modos cada vez mas omnipresentes de educación: de niños, jóvenes, adultos,
ancianos (la pansofía de Comenio). Esto no le quita rigor y especificidad a
este saber, siempre y cuando se aborde como saber y no como simple competencia,
y siempre y cuando se asuma con seriedad la posibilidad de dudar de aquello que
se impone como obvio o evidente: por ejemplo, que todos aprendemos de todos,
que nadie enseña a nadie, que estamos en un proceso permanente de aprendizaje,
o que podemos aprender por nosotros mismos (autogobernarnos). Interrogar estos
supuestos tan propios de los publicistas pedagogos del posfordismo (ver: “La
educación encierra un tesoro” Delors-UNESCO, o “La educación prohibida”
Youtube) sería darnos una oportunidad de volver a pensar, lo cual supone antes
que nada reivindicar la sospecha: quizás esto como camino a la recuperación de
un saber pedagógico que re-identifique la profesión de maestros.
5.- Sobre el ámbito de acción en
el que se configura la identidad
5.1.- Nos referimos al espacio
escolar en que fue disputada, hasta hace por lo menos sesenta años. En este
espacio había reglas, rituales, autoridades, saberes, espacios y tiempos
claramente delimitados, que le eran propios y únicos, y que lo diferenciaban de
otros como la familia, el trabajo, el ocio.
5.2.- Dicho espacio además era
prácticamente el único en el que se garantizaba el aprendizaje de ciertos
saberes especializados que se consideraban requisito para vivir en el reino, en
civilidad y luego en ciudadanía. Ahora este espacio-escuela está atravesado y
puesto en competencia con dispositivos formativos que la han desdoblado
(debilitando los límites adentro-afuera); dispositivos formativos en el campo
laboral, en el campo de la publicidad, en la programación de canales de TV, en
la industria de videojuegos, en las tecnologías móviles y en espacios virtuales
de la internet.
5.3.- Es evidente que el
espacio-escuela aun sigue existiendo con altos grados de necesariedad,
diferente a lo que lo justificaba hace sesenta años, o hace cien, o doscientos,
pero nuevamente necesario. Este ámbito de acción sigue requiriendo al maestro,
con roles nuevos, con funciones, con deberes y con derechos nuevos que están en
discusión y en procesos de reconfiguración muy recientes, pero sobre todo está
siendo intervenida cada vez por más actores y está siendo colonizada cada vez
con más requerimientos, como los del sector salud que la ocupa para prevenir
pandemias y promover la salud; los de la justicia que regula los derechos de
los niños y jóvenes, o la interviene para perseguirlos; los de los empresarios
que busca bancarizar las familias, o fomentar la innovación y el emprenderismo
de los futuros jugadores del mercado.
6.- Las relaciones en las que se
subjetiva, es decir, donde deviene en un sujeto social IDENTIFICADO: Tales
relaciones fueron durante mucho tiempo establecidas entre actores
institucionales como las escuelas normales, las facultades de educación,
la iglesia, el sindicato y el Estado;
hoy siguen actuando estas fuerzas, pero han aparecido muchas más, más
instituyentes, como sus propias redes profesionales, los premios agenciados por
empresas o centros de investigación, las multinacionales que intervienen en
territorios de explotación minera, las cooperativas del gremio, los
intelectuales que los interpelan en posgrados masivos, presenciales y a
distancia, las agencias de cooperación internacional, las organizaciones
intergubernamentales y la banca multilateral, que los reclaman estratégicos
para el desarrollo humano o el desarrollo capitalista; los medios de
comunicación que usan como cortinas de abrir noticieros o primeras páginas
temas vendedores como el matoneo o los resultados de las pruebas sobre
competencias matemáticas, lectura o ciudadanía; en fin, son fuerzas que
tensionan lo que hoy significa ser maestro, son fuerzas que lo fracturan y lo
cuestionan, que lo abren y lo recrean.
7.- Con todo esto es muy difícil
sostener hoy la pregunta por la identidad. Lo que sí no se puede abandonar es
la idea que para trabajar responsablemente en la formación de una subjetividad
como la del maestro contemporáneo, se requiere una institucionalidad como la de
las Normales y las Facultades de Educación que en un estrecho diálogo (que por
ahora no existe), reivindiquen la profesión y se resistan a la autorización
vigente de que cualquier profesional puede ingresar a desempeñar el oficio sin
un proceso previo de formación. Esto es tan irresponsable como creer que un
piloto puede aprender a conducir un avión, con las más avanzadas tecnologías contemporáneas,
en pleno vuelo; con la diferencia de que si se cae se sacrifica una generación
o quizás más, a no ser que esto cambie pronto.
8.- Estos asuntos tienen todos un
componente histórico muy importante. Sin la memoria educativa y pedagógica no
sería posible avanzar con seriedad en estas preguntas, so pena de caer en
especulaciones, lugares comunes, voluntarismos e incluso improvisaciones en las
que la academia, y más aun los definidores de política, caen con tanta
frecuencia. (Ver: Centro Virtual de Memoria Pedagógica de la UPN y el IDEP www.centrovirtual.idep.edu.co)
La perspectiva histórica nos da
elementos muy importantes para una de las reivindicaciones que no nos
cansaremos de proponer: hablar de pedagogía y no de docencia o competencias, a
propósito del saber que lo identifica; de escuelas y colegios y no de IED o IES,
a propósito del ámbito de acción en el que se configura como tal; de maestros y
no de docentes, a propósito de lo que subjetiva al maestro.
Puede ser un asunto de términos,
pero si los significamos políticamente, resultaría útil por lo menos para
llamar la atención de algo que es más que urgente: recuperar la discusión sobre
los modos como se IDENTIFICA hoy a un maestro.
…
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