¿QUÉ ES LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA?
A propósito de las preguntas de unos estudiantes de Alberto Echeverri
Marzo de 2012
Carlos Noguera
Alejandro Alvarez
Esbozamos algunas ideas que han
venido apareciendo en conversaciones a propósito de lo que investigamos; en
esta ocasión siguiendo las preguntas que Alberto Echeverri ha planteado al GHPP
a propósito de unas inquietudes planteadas por sus estudiantes de maestría. El
texto no tiene una estructura elaborada ni cumple con los requisitos propios de
un artículo académico, mas bien es una especie de memoria de una conversación
en torno a las preguntas señaladas.
Para nosotros la Práctica
Pedagógica es una categoría que se formuló en el GHPP con el propósito de
recuperar la historicidad de la pedagogía, en el marco de una discusión pública
entre intelectuales, maestros y Estado sobre el estatuto teórico de la
pedagogía, en los años 80.
Siguiendo la Arqueología del
Saber de Michel Foucault, se usó la noción de práctica, referida a una relación
compleja que se da históricamente entre instituciones, sujetos y discursos. En
ese sentido no se puede confundir con lo que hace el maestro en el aula, porque
la práctica significa una dimensión en el orden de los enunciados y esos
enunciados establecen unas reglas para las condiciones de posibilidad de
prácticas no discursivas, donde puede estar lo que el maestro hace en el aula.
Esto quiere decir que lo que sucede en el aula o en la escuela en general no
obedece a la voluntad del maestro sino a una gramática con reglas que han de
establecerse, y esas reglas son las que hacen posible que suceda algo que sea
aceptado y reconocido, legítimo. Esas reglas son anónimas.
El concepto de práctica
pedagógica que usó el GHPP fue mal entendido, pues se propuso en un momento
(años 80) en el que se quería llamar la atención sobre la necesidad de
reflexionar sobre los que hacía el maestro (recuérdese el auge de la etnografía
escolar), y la historiografía también buscaba que se hiciera una historia
específica de dichas prácticas (una especie de etnografía histórica de la
escuela), entendidas como lo que se hace.
La práctica pedagógica como
categoría también es útil para pensar el presente si se entiende como aquella
gramática que legitima lo que hoy se considera pertinente; por ejemplo: el énfasis
en el aprendizaje y no en la enseñanza, poner al niño en el centro, la
formación en competencia. Identificar aquellas relaciones complejas entre
instituciones, sujetos y discursos en esta época puede dejar ver las reglas de
formación, la gramática que hace posible que hoy eso se considere legítimo y
necesario. En este sentido el presente no sería lo que acontece y lo que
acontece no sería la práctica pedagógica. La práctica pedagógica sería el
acontecimiento, entendido como una relación compleja en la que se definen unas
reglas que hacen que algo suceda.
Lo que Klaus llama práctica
docente sería lo que acontece y eso es lo que se ha entendido como prácticas
pedagógicas, en plural.
La práctica pedagógica, en
singular, entendida como categoría histórica que lee el presente sería más un
acontecimiento, aquello que es anónimo y complejo.
Con esto el grupo buscaba
recupera la historia de la práctica pedagógica, donde se podría reconocer un
saber del cuál el maestro sería el sujeto designado históricamente como su
portador. El saber pedagógico sería entonces un saber histórico que no tendría
una historia independiente de la práctica pedagógica. Esta perspectiva no era
la misma que proliferaba con mucha aceptación, cuyos mejores exponentes, entre
otros eran, Eloisa Vasco y el grupo Federici; según tal acepción el maestro es
el que produce ese saber, como una competencia pedagógica, como forma de hacer,
que conceptualizada pasaría del saber cómo, al saber qué y esa sería la
pedagogía; la reflexión del maestro sobre su hacer, sistematizado y
conceptualizado, se volvería el saber pedagógico, y se referiría al qué, al
como y para qué enseñar.
El GHPP mostraba, con sus
trabajos arqueogenealógicos, cómo el maestro había sido sujetado al método. El saber pedagógico sería
un acontecimiento que requería un trabajo investigativo para poder ser
apropiado; por esa razón se encontró en medio de una paradoja teórica y
práctica, y fue el hecho de que si se le apostaba al maestro como un
intelectual, se le alejaba del aula. El grupo tuvo que reconocer que lo que
estaba formando era investigadores pero se les los estaba sacando del aula,
aunque esto no le estaba sucediendo solamente al grupo, si fue a quien más le
preocupó. ¿Por eso Echeverri giró hacia las normales?.
Si el maestro piensa el saber
pedagógico no tendría que quedarse en lo que se hace en el aula. El maestro
puede saber lo que hace y conceptualizarlo, pero eso no es el saber pedagógico
en el sentido que el grupo lo planteaba. Para liberarse de la sujeción al método,
¿qué podía hacer como maestro? ¿qué tipo de intelectual podía ser? Tendría el
mismo estatus que cualquier otro intelectual?. Esa discusión la planteó Mario
Díaz cuando señalaba que los intelectuales asumen una función de productiva y
los maestros reproductiva, por eso la diferencia entre el campo intelectual de
la educación y el campo pedagógico; o el grupo Federici cuando hablaba de la
pedagogía como un saber que
recontextualiza.
Hoy cabría hacernos esta
pregunta: ¿qué tan pertinente sería seguir habando de Práctica Pedagógica si
definitivamente se refiere a lo que se hace? ¿Por eso Klaus quiere hablar de
práctica docente? ¿Cual sería otra categoría para pensar la formación de los
maestros?
La tradición del GHPP, si se
tienen en cuenta los primeros trabajos de Olga Lucía Zuluaga, habla de una
pregunta por la didáctica, sin embargo no se profundizó mucho en ella. El saber
pedagógico en realidad estaba muy cerca de la enseñanza y en ese sentido
siempre bordeó el problema de la didáctica, pero no se desarrollaron trabajos
propiamente en esa dirección. Hoy se habla de la historia de los saberes
escolares para mostrar cómo son producidos con un grado importante de autonomía
frente a otros discursos, científicos o no, como lo muestran también los
historiadores críticos del currículo y de las disciplinas escolares; desde allí
se puede plantear de nuevo que la didáctica y el problema del método no es poca
cosa, porque refiere a un problema histórico que hace parte de un
acontecimiento. En ese sentido el maestro es un sujeto que opera con un saber,
su práctica es el discurso (como insistía Olga Lucía), y esto le da unas
posibilidades. A diferencia de otros análisis cuando se pregunta por el papel
del maestro concreto, señala que no es un simple aplicador, es activo, no es un
autómata, y tiene juegos, las circunstancias lo ponen en juego. El saber
pedagógico no sería la reflexión que hace ese individuo sobre su cotidianidad,
como posterior a sus actos, sería aquello que sabe en su quehacer, donde se
produce históricamente. Tal saber le es propio, no está en relación de
dependencia con lo que otros intelectuales producen, no se trata de una
relación teoría-práctica, por eso no es un intelectual subalterno, por eso no
recontextualiza ni reproduce lo que otros conceptualizan, tiene su propio
escenario de conceptualización. Así es como el grupo plantea que no es una
discusión de opuestos, entre los intelectuales de la educación y los maestros.
Diluir tal oposición es fundamental.
¿Qué es el saber pedagógico si no
es el saber sobre la enseñanza? Sin embargo la primera y segunda generación del
grupo descuidaron la didáctica. La
enseñanza de los saberes implica la didáctica, y no solo en a escuela, sino
todo aquello que en una cultura circula, producido de muchas maneras, en muchos
escenarios. El saber del maestro sería el saber pedagógico, pero entendiendo el
problema de la enseñanza y la didáctica como algo que trasciende el método. Lo
que produce el didacta, que sería el maestro, es mucho más que aplicar en un
método de enseñanza lo que otros han producido. El maestro tiene que ver además
con la formación; en el sentido en que Herbart lo planteaba, la enseñanza es un
asunto educativo, formativo. El concepto de formación tampoco fue muy trabajado
en el grupo. El profesor universitario, en cambio, cuyo énfasis es la
disciplina, no está solo, está en una institución, la universidad es la que
tiene una tarea formativa. La didáctica como asunto del maestro, entendida así,
no es cualquier cosa, es muy compleja, es muy exigente y tiene un valor
histórico muy grande.
Olga Lucía ha diferenciado
históricamente los sujetos de la enseñanza; por un lado está el maestro formado
en las escuelas normales, que en general se ha relacionado con el método, y el docente, que se relaciona con la
enseñanza, centrado en las disciplinas que se enseñan. Esta es la diferencia
que históricamente se ha hecho entre el maestro de primaria y el de secundaria.
Siguiendo este planteamiento se pueden diferenciar cuatro categorías. 1. El maestro como
didacta, formado en las normales o las facultades de educación (acá está la
discusión actual entre normales y facultades de educación hoy). 2. Otros
sujetos cuya relación con la enseñanza es efecto de una práctica, no de su
formación; como el profesor universitario, o el profesor de matemáticas y
cálculo, que es ingeniero pero no ejerce la ingeniería, su función es la de
profesor, el que enseña una disciplina, aunque no haya sido formado para eso.
3. Un profesional que ejerce y también enseña, este es el docente. 4. El
especialista en educación, el pedagogo,
que en Colombia no se forma; en otros países es el profesional que tiene que
ver con la educación; son licenciados en ciencias de la educación que harán
intervención psicopedagógica, socioeducativa, o pedagogía social; puede ser
docente, o volverse profesor, pero no necesariamente está formado para ser eso,
y menos para ser maestro.
Esta clasificación surge del
planteamiento de Olga sobre los sujetos de la enseñanza, en plural y permitiría
ubicar lo que Klaus llama la práctica docente como una modalidad de práctica de
enseñanza.
El problema de la pedagogía no es
la práctica educativa, como dirían los franceses, pero si la formación, en el
sentido de la Bildung alemana. Esa es la vía de Kant, cuando planteaba que la pedagogía era la
instrucción mas la disciplina (donde aparece la moral y la virtud). La
enseñanza en Kant no tiene la dimensión moral, mientras que la Baldung si. La
educación sería la Bildung mas la crianza.
El Campo Conceptual de la
Pedagogía es una categoría que surgió también de las conversaciones de Olga
Lucía y Alberto Echeverri en las que ubicaron varios de estos asuntos. Creemos
que dicho Campo hoy tendría que llenar estos vacíos que ha ido dejando el GHPP;
en él se podría mirar lo que se está produciendo y lo que se produjo en
diferentes ámbitos intelectuales, universitarios y de maestros, sobre
formación, educación, aprendizaje, didáctica….
El Campo puede servir para
movilizar lo que plantean los que trabajan en educación en ciencias y en educación
matemática, que se niegan a hablar de didáctica. Allí se puede mirar por qué
sucede esto. Recogen la discusión que
plantean en Alemania cuando diferencian
la didáctica general y las específicas. La general puede referirse a la
tradición cognitivista de Piaget, y la otra es la que dependen de las
disciplinas. Desde esta última perspectiva lo que importaría sería hacer la
historia epistemológica de las disciplinas, tendencia muy fuerte en la
formación de maestros de secundaria.
La definición de Olga sobre
pedagogía hay que reactualizarla; el concepto que le correspondería a la
pedagogía no sería el de la enseñanza sino el de formación. La enseñanza se
referiría a la didáctica. Olga había comenzado a preguntarse por la didáctica,
pero fue el Movimiento pedagógico el que centró la discusión en la pedagogía.
El grupo no tuvo en cuenta el concepto de formación, por la razón histórica que
se aducía. Carlos Noguera mostró que había una diferencia entre enseñanza y
educación cuando miró la procedencia de esos conceptos. Olga cuando lee a
Herbart, encuentra la enseñanza, pero se saltó a Kant y su influencia sobre
Herbart. En este último se plantea el concepto de formabilidad, como concepto
central de la pedagogía. Luzuriaga lo tradujo mal, lo nombró como educabilidad,
y en realidad era formabilidad (Klaus ya lo había señalado). De Herbart sí
quedó un énfasis en los pasos, el método a seguir, que sí se refiere a la
enseñanza, pero eso es válido para la didáctica. Kant consideraba que la
educación es más amplia que la formación. Hay una ciencia que tiene que ver con
toda la educación del hombre, que es la pedagogía, entendida como ciencia de la
educación. Le queda una parte a la didáctica y es la relación con el método.
Esa es la tradición Alemana, porque ese problema de la didáctica, en ellos era
anterior. La enseñanza en relación con unos fines morales es la formación
(Bildung), pero la pedagogía, si bien tiene que ver con la formación, es la
ciencia de la educación, en ese sentido la separan del maestro, porque es una
reflexión mas amplia. La formación es la que está ligada a la didáctica y la
enseñanza no sería tan importante porque
se refería específicamente a las disciplinas.
La crítica que inicialmente el
GHPP había hecho a las Ciencias de la Educación después se replantearía, porque
en Colombia no hubo en rigor Ciencias de la Educación. Con Carlos Vasco (en
instancias y estancias de la pedagogía, donde hace el recuento de su
planteamiento) y Rafael Florez, diríamos que la pedagogía está referida a
formación. En el libro de Saenz sobre Ciencias de la Educación todavía se
insiste en que la pedagogía es un saber referido a la enseñanza. La tesis
doctoral de Saenz, retoma la definición. Saldarriaga también mantiene dicha
definición. Desde otro ángulo el grupo de Andrés Klaus y Juan Felipe Garcés
habló sobre la pedagogía y la formación para diferenciar entre pedagogos y
maestros.
Si se quiere pensar la pedagogía
mas allá de la escuela y el maestro, y si la definición que originalmente el
GHPP hizo sobre pedagogía era para la discusión, hoy debemos replantearla. No
solamente porque las condiciones históricas cambiaron (hoy la escuela no es el
lugar privilegiado donde se forma), sino porque es necesario recoger el
planteamiento de oras tradiciones como la Alemana que hablaba de la pedagogía
como ciencia de la educación, o la
Francesa que hablaba de la ciencia de la educación, con su soporte en la
sociología, por el énfasis que le da a la dimensión social, no individual. Esa
ciencia de la educación sí va más allá de la escuela. En los alemanes cuando
hablan de la pedagogía como ciencia de la educación, se refiere al proceso de
humanización, donde la escuela es un momento, pero no se agota en ella. La
formación ocupa todos los espacios educativos de la vida, y en ellos también
hay pedagogía.
Si se piensa en la formación de
los maestros, hay que hablar de didáctica y de
formación, entendidas como la relación de la enseñanza de los saberes
con la formación moral. La pelea histórica de los años ochenta en Colombia era
con la tecnología y la fragmentación de la educación producida por la disputa
entre las distintas disciplinas. Pero la didáctica debía se mucho más que eso.
Eso llevó a descuidar el concepto de formación, por la prevención que había con
la tecnología educativa.
Queda planteado el problema del
CAMPO, en el sentido de trascender la discusión epistemológica. Mario Diaz ya
lo había insinuado poniendo la discusión en el asunto del Dispositivo,
mostrando que era un asunto del poder, incluso de clases sociales. Allí hay que
mirar lo histórico de la discusión.
Para desbloquear la discusión
habría que des-espistemologizarla, ir mas allá de la arqueología del saber, mas
allá del problema del estatuto teórico de la pedagogía, o de la pedagogía como
disciplina. ¿Cómo funciona hoy el dispositivo?, desde allí se plantearía la
crítica a la pedagogía sistemática de la que habla Echeverri. El riesgo es perder el rigor de la reflexión, la idea de
campo tiene el peligro de dejar la pedagogía en manos de nadie, entendida como
cualquier cosa, como si cualquiera pudiera hablar de ello. En ese sentido el
campo conceptual de la pedagogía sí debe tener límites, conceptos,
elaboraciones y preguntas propias. Pero si el campo conceptual supone abandonar las precisiones conceptuales para
que todas las posturas lleguen, sería un eclecticismo que no fortalece la
pedagogía. Podría ser como el campo de los estudios culturales, que es
transdisciplinar, pero tiene unos ciertos límites.
El problema del campo podría ser
útil, para mirar el problema de la escuela y el maestro hoy, pues la
contemporaneidad le plantea asuntos como el de la ética y la estética y los
proceso de subjetivación de los jóvenes y la infancia contemporánea. Ya no se
trata de explicar la realidad, porque hoy es, desde el posestructuralismo, un
asunto más ético y estético, en tanto subjetivación. El campo no es una
propuesta, es algo que existe, pero ¿como verlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario